Inicio (Año Desconocido)


No había un solo rastro de vida en el espacio, pero se encontraba un ser omnipotente, junto al gran lienzo del universo, nombrado por los mortales como Dios. Él creó el cielo y los ángeles. Los ángeles más importantes que Dios podía tener, entre ellos Lucifer, quién poseía una gran belleza y un don para hacer melodías para complacer el oído. Lucifer quería ser como su padre, tener su propio reino y convertirse en el legítimo de aquel lugar, tal cual cómo Dios lo era del mundo dónde Lucifer vivía. Pero en un acto de barbarie, blasfema sobre su creador, llenando de jugosas mentiras despechadas y falsedades sobre su señor. Así Lucifer encabezó la rebelión, enfrentándose a los sirvientes leales de Dios en su propio reino, en una batalla de proporciones cósmicas y magníficas. Pero cuando Lucifer parecía ganar, fue golpeado con la fuerza de la justicia angelical, con las limpias pero fuertes manos del ángel Miguel.

Lucifer y Miguel se sumergieron en un combate feroz de puño limpio, contrayendo al propio tejido virgen del universo. Pero Lucifer fue golpeado con gracia en un gran tronar de los puños juntos de Miguel. Lucifer, agotado y derrotado, sucumbió a la prevalencia de su rival mientras sentía el dolor de su carne y hueso. El rebelde ángel y sus secuaces fueron enviados a las tierras más profundas del universo, contrarias al lienzo sin pintar que era antes el hogar de todos ellos, apodado cómo el infierno. Pudriéndose todos ellos entre llamas, dolor y venganza. Con el cielo liberado de males y bajo el mando divino, Dios comenzó a pintar sobre su lienzo, creando un bello planeta de verde, blanco y azul, al cual llamó Tierra. En ella hizo a sus primeras creaciones, complejas, delicadas y con la grandeza del pensar. Y así origino al humano y las criaturas animales. Al humano le regaló la razón y el habla, dándole de nombre "Adán" al primero que logró moldear. Pero Adán solitario se sentía, así que Dios tomó algo de su carne, hueso, mente y alma, originando a su compañera Eva. Ambos se regocijaron en paraíso que les dio su creador, abrazados en un peculiar amor latente.

Uno de los días que Eva iba a recolectar frutos, una serpiente se le acercó. De dos brazos y dos piernas, escamas negras que encarnaban la eterna oscuridad, ojos ardientes de rojo intenso, colmillos largos y finos, una siseante y alargada lengua morada, reposando enrollada en una de las ramas del árbol prohibido. "Prueba las manzanas del árbol, deléitate con el manjar oculto que aguardan" dijo la serpiente, convenciendo a Eva, que ingenuamente ignoró las palabras de su creador de no hacer tal atrevimiento. Eva habló y convenció a Adán de probar la fruta prohibida. Al darles un bocado cada uno, sintieron el más exquisito sabor dulce, con el jugo del conocimiento que Dios había guardado celosamente en el Manzano. Pero Dios se enteró de sus acciones, reclamando con furia de truenos y relámpagos a Adán y Eva por sus acciones. Adán con gran valentía, se puso un paso delante de su amada Eva, contestando ante el reclamo del divino. "Fue la serpiente que nos dijo de hacerlo", contestó Adán. La serpiente miró a Dios, con una sonrisa maquiavélica y diabólica. Entonces el todopoderoso impartió su castigo sobre la serpiente, quitando sus brazos y piernas. Ahora sangrante y adolorida, la serpiente únicamente podía arrastrarse en el suelo, entre mugre y suciedad. Pero no dejó de sonreír, volviéndose a refugiar entre las ramas del árbol prohibido.

Aunque Lucifer estaba hundido en el más profundo averno ardiente, podía darse el lujo de dañar la creación de su creador. Cuándo Adán y Eva fueron al mundo para procrear y hacerlo crecer, Lucifer hizo acto de maldad tras maldad, lentamente dejando miserias y podredumbre entre los humanos, para así sentir el icónico placer de la destrucción total de aquellos vivos que tanto él odiaba. Adán y Eva se sumergieron junto a sus descendientes en él jubiló del vino, la guerra, el sexo, el dominio y el odio. Pocas de estas almas encontraron paz y descanso eterno en el cielo. Al enviado Jesús que se encontraba en los dominios romanos, se le acercó Lucifer encarnando un humano. Desde un acantilado le habló, diciéndole que si saltaba hacia sus ángeles lo atraparían, pero Jesús se negó. Entonces Lucifer le propuso seguirlo en contra de su injusto padre, Dios, y obtendría todos los placeres que Jesús podría desear y pedir. Pero el enviado por Dios tonto no era, rechazando a Lucifer, para irse en camino a su pueblo. Lucifer gritó de furia ferviente al vacío del acantilado, pues sus planes habían fracasado.

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Lucifer y sus secuaces no detendrían sus fechorías jamás. Dañarán y seducirán con placeres y males a la humanidad, para corromper sus mentes y terminar con su propia existencia. Hasta que la tierra sea cubierta de ceniza asfixiante y oscuridad impenetrable, cuando las vidas de todos y de todo en la tierra y el universo hayan sido erradicadas. Lucifer abrirá una grieta en la débil tierra, de dónde renacerá con su ejército de demonios y criaturas diabólicas, para combatir a los sirvientes del divino en una batalla única y sanguinaria en el tiempo y espacio.

Entonces Jesús fue crucificado con una corona de púas y clavado en la cruz, en sus manos y pies. Pero Jesús sonrío al cielo, antes de dar su último aliento, perdonó los pecados de los humanos, demostrando su eterno amor por su gente. Así sería como el hijo de Dios, ascendió de nuevo a los cielos. El mal ahora estaba extasiado con la muerte del último enviado de Dios, para continuar su misión de despilfarro de los males y pecados hasta la eternidad. Ellos ríen y festejan, porque para cuando el ser humano que desafíe a todos y cada uno de los demás humanos, y desafíe al mismo Dios, será el anticristo que guiará a las fuerzas del maligno para dominar y consumir la vida en la tierra. Lucifer espera sentado en su trono junto a sus sirvientes demoníacos, porque para cuando llegue ese día, los espíritus del infierno se levantarán, en una sed de sangre incalculable e insaciable.


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